miércoles, 21 de agosto de 2013

Monasterio de Orzeán

Orzeán no es un lugar. Es un modo de ser, de sentir, de ver. No tiene una localización geográfica determinada – por más que yo lo haya hecho creer así – sino que está conformado por una actitud. Es siempre un trayecto, un ir hacia, y también un bien y consciente estar. Mi memoria de otro monasterio, Samos, lleno de magia subjetiva y objetiva, y sus fotos interiores, son el único apoyo externo a un cuaderno de viajes formado por todas mis páginas y libros escritos en la acumulación de deseos, reflexiones, intentos, caminos y estancias. Orzeán es una ruta del pensamiento y, como tal, solo accesible en completa libertad. Esa palabra, esa idea, me acompaña siempre, y es aire necesario para respirar. Por eso es un monasterio, porque allí el silencio deja pasar el aire. Y las palabras que componen el silencio, el verdadero silencio en el que el ser humano conoce y adquiere la iluminación, son un equipaje desconocido por los que parlotean sin sentido y sin saber mirar. Hay un faro en Orzeán. Para dar a la oscuridad la necesaria claridad. Y acompañarla. Los faros, que están llenos de silencio y de luz.

12 comentarios:

Emilio Porta dijo...

Orzeán se puede buscar en Google y, quizás, no ser encontrado. Es de difícil acceso. Durante mucho tiempo lo he buscado y, finalmente, he logrado alcanzar, en alguna ocasión, sus muros. Allí tengo una pequeña celda que, por otro lado, en contra de su nombre parece indicar, es un espacio de libertad. Nada puede encarcelar el pensamiento y los sueños, salvo su ausencia.

Manuel dijo...

No se si fue en sueños o en tu boca, pero conocí Orzeán. Tampoco podría decir cuando, pero sé que lo conocí.

No fue en boca de Kafavis, por una errata de imprenta, no. Fue de tus labios o de tu mano, que tanto da. Pero lo conocí y hace tanto que ya casi lo había olvidado.

Hoy que regresas de allí, de su celda-libertad, me alegro de venir a leerte y me quedó quieto, sentado, en silencio, esperando que me cuentes muchas cosas de allá.

Un abrazo.

Unknown dijo...

Emilio, he estado en ese monasterio, da igual si tenía el mismo nombre. Me ha sanado de tal manera que no quiero dejarlo atrás. Me encanta esta vida de anacoreta.

Un abrazo.

Mari Carmen Azkona dijo...

Es cierto que, quizás, si alguien busca en Google no encuentre ni una sola imagen de Orzeán, pero eso no quiere decir que no exista. Y, tal vez, para ti sea un modo de ser, de ver, de sentir… Pero lo erigiste para todos nosotros con tu mente y corazón.

Es curioso, no puedo darte excepto unas pocas referencias de Samos, y, sin embargo, sería capaz de explicarte hasta el sonido de la cascada que hay en Orzan. Incluso recuerdo que se creó la comunidad de Orzeán…

Todos necesitamos un lugar de silencio y luz, y tú nos lo diste. Gracias.

Besos y abrazos.

Emilio Porta dijo...

Gracias Manuel, Aldonza, Mari Carmen... cada uno tenéis en vuestro interior vuestro Orzeán, seguro. Además de eso... existe realmente. No hay imágenes, pero si palabras que lo refieren. Se pueden encontrar en muchos rincones de la red. Orzeán es un lugar mágico y, como la isla de San Borondón en el archipiélago canario, se puede ver ( no por todos ) y se puede constatar su existencia.

Emilio Porta dijo...

Sobre todo si no se busca en los mapas. En los mapas está el resto de las cosas. Por cierto, la isla de Pitcairn tampoco se puede encontrar en los mapas. Hay una realidad que está fuera de coordenadas geográficas. La Literatura la crea constantemente. Si la juntamos a nuestra mirada seguramente veremos todo de otra forma.

Anónimo dijo...

El individuo capaz de limpiarse y de recuperar el equilibrio natural entre lo físico y lo emocional con que fuimos alumbrados, consciente de la conexión entre el cuerpo y la mente, puede viajar sin moverse y ver los lugares que están más allá de los patrones impuestos. Orzeán es un espacio interior pero no es menos real que esas guerras lucrativas que conciben los que nos venden los mapas. Orzeán no está pero es. Y ese concepto tan tuyo de la realidad, la que creamos con el pensamiento —recurso fundamental para conservar un mínimo de lucidez en este mundo loco— no vale menos que el de esos que nos tratan con una condescendencia insultante, los de «no te preocupes, yo te lo explico hasta que no entiendas», los que quieren empequeñecer nuestros sueños y nuestros intentos hasta que nos sintamos menos que nada, los que nos entregan espejismos a cambio de ser buenos y seguir sus normas, los que esparcen sin escrúpulos un miedo oscuro e indeleble que nos enferma y que asfixia a nuestros pájaros. Afortunadamente la luz del faro de Orzeán, contra viento y marea, sigue ahí… Afortunadamente Orzeán existe y allí… se puede respirar. Allí hay celdas llenas de un silencio que cura pero no hay jaulas para los pájaros porque en Orzeán nada encarcela la singularidad inherente al pensamiento.
Gracias, por la claridad.
Luz

Emilio Porta dijo...

Viajar sin movernos es un privilegio que solo se concede a los que creen que la energía es tan poderosa como para crear la realidad. Precioso comentario, Luz. Y lleno de sentido. Espero que tú también encuentres tu Orzeán. La singularidad inherente al pensamiento...qué bonito. Gracias por estas líneas.

Anónimo dijo...

Estimado amigo invisible:


Para mí el silencio es una oración íntima que fortalece el alma. Lo cual nos permite hacer balance de nuestra conciencia.
No considero preciso recurrir a un recinto cerrado. El contacto con la naturaleza nos susurra una paz absolutamente reconfortante. Hace poco encontré mi Orzeán bajo el agua que caída desde una presa antigua muy cercana a mi casa de Segovia. Estaba realmente ansiosa por encontrarme en la mayor paz posible, así que sin pensármelo, me despojé de toda ropa y me envolví de esa gloriosa agua. No me importaba nada ni nadie porque estaba sola tonificando mi espíritu. Rompí con todos los cánones que siempre marcaron mi vida y fui yo conmigo.

No quiero extenderme pero ya que has hecho alusión a la isla de San Borondón, la cual está ubicada geográficamente entre las islas de La Palma, la Gomera y el Hierro (todas ellas pertenecientes a la Provincia de Santa Cruz de Tenerife). Aseguro que existe. La he visto desde la isla de La Palma.

Te felicito por tu entrada es magnífica. Recibe un abrazo sentido de esta amiga y admiradora.

Montserrat Tejera.

Emilio Porta dijo...

Estimada Montserrat: Qué bonito y profundo comentario. Y cuánto me alegra lo que en él dices. Orzeán es tan cerrado como abierto pues, en realidad, solo existe en mi imaginación, aunque otros seres cercanos encuentren sus lugares de comprensión y silencio en la suya. En realidad somos energía, nada es sólido y concreto. Millones de átomos fluctúan en lo que llamamos materia. Así que lo que creemos lugares, en realidad son formas de los espacios. Sí, es cierto que el silencio da paz, al menos a mi me la da. Krisnahmurti decía que al ser humano le falta silencio para comprender su esencia y que la vida social anula con muchas cosas superficiales el valor del pensamiento. Yo cada vez estoy más de acuerdo con él, y le considero uno de los pensadores básicos del pasado siglo. Me ha hecho gracia lo de la invisibilidad :-)...pero lo cierto es que sí, cada vez me muevo menos fuera de las coordenadas de mi habitación mental propia. Muchas gracias por tu texto y esa referencia a esa isla mítica pero real ( los sueños no dejan de ser reales ) que es vista por aquellos que miran más allá de un horizonte simple. Sí, es desde La Palma desde donde dicen que algunos la han vislumbrado. Me encanta que tú seas uno de ellos. Tu parte canaria, tan arraigada, imprime carácter desde luego como observadora. Siempre me han fascinado esas islas españolas y guanches, esas islas que forman uno de los lugares más bonitos del mundo. Otro abrazo sentido para ti.

Frida dijo...

Es imprescindible contar con un lugar al que poder acudir cuando sentimos esa necesidad de silencio, de soledad. Para leer, para pensar, para soñar, para escribir, para mirarnos dentro. Puede llamarse Orzeán o incluso Mhansseon cuando todavía no está habitada. En realidad el nombre da igual, lo importante es que sea una pequeña celda de libertad.

Emilio Porta dijo...

Los nombres los ponemos nosotros, Frida. Y varían. Con mucha imaginación incluso podemos crear el lugar. Y movernos o descansar en él. Solo es real lo que percibimos y pero la mente nos puede trasladar más allá de lo que se ve a simple vista. ¿Estamos en una era virtual? Quizás la propia Historia es virtual. Quizás nosotros mismos lo seamos. Gracias por el comentario :-)