lunes, 27 de octubre de 2014

PEQUEÑA CARTA A DAVID NIHALAT

"El mundo es tan amplio que solo la mente puede abarcarlo. Nuestro encuentro en Melbourne, David, fue el inicio de una buena relación. Luego el tiempo pasado en Adelaida, aquellos meses en que me enseñaste tu despacho y el campus de la Universidad, y tantos momentos en los que, a través de mensajes y sueños, coincidimos. Pasan los años y yo sigo con mis libros y tú con tus pensamientos. No hay mejor amistad que aquella que no necesita de encuentros presenciales. En realidad, todo lo que tenemos que hablar, lo hacemos a través del envío de la palabra escrita. Es bueno tener un amigo como tú. Tan lejano, pero tan cercano. Sé que sigues con tus clases en la Facultad de Letras y Filosofía y con tus tutorías. Qué bonita ciudad es Adelaida. Y qué hermoso país es Australia, uno de los pocos lugares donde se escribe aún en futuro. Yo, después de mis viajes, empecé a comprender que todo lo acaecido no significaba mucho si no formaba parte del escudo de descubrimiento y conocimiento que es nuestra protección para vivir. Son tiempos difíciles, siempre lo han sido para los que han pretendido escapar de la masificación y la mediocridad, pero aún vivimos en el aprendizaje interior y la esperanza de la iluminación. Siempre envidié tu posición de profesor. Yo lo he sido, por etapas, en aquellos institutos y escuelas en Devonshire y en algunos centros de enseñanza en Madrid, y, en distancias cortas, en seminarios y actividades culturales, pero esa vida universitaria, mantenida y en paz, que almacenas, es algo que me hubiera gustado tener en permanencia. Algo de ese despacho imaginario de la Universidad lo he trasladado a Orzeán y sus pequeñas celdas abiertas a la libertad, la única totalmente realizable, la que se abre a través de nuestra mente. Orzeán... siempre he amado los monasterios por su espacio y su silencio. Y también por sus bibliotecas. Allí se empezaron a guardar los libros, el saber. No había más posibilidad que labrar la tierra, copiar el conocimiento y reflejarlo en la palabra escrita. Hoy el mundo es otra cosa. La gente no vuela ya solo con la imaginación: se traslada en coches y aviones, mueve el cuerpo, ya que la mayoría no sabe volar con el alma. Yo sigo empeñado en la confluencia de ambos y, alguna vez, lo consigo yendo a pequeñas y grandes ciudades antiguas donde, en las primeras Universidades y Estudios Generales, se alumbró, o a pequeños pueblos donde se conserva aún el comienzo. Bueno, David, sigue enviándome algunos de tus pensamientos - siento que son como míos - y, aunque impartas clases y sigas con tu trabajo, mantén un pequeño tiempo para respirar y mirar lo esencial. Los dos sabemos donde está. Solo que no siempre la existencia permite permanecer en ello. Afortunadamente, compartimos el privilegio de poder mirar las cosas con perspectiva diferente a la del mero discurrir. Qué suerte saber cuales son las páginas que conforman el verdadero relato de la vida, el único que puede acompañar siempre sin necesidad de ser explicado"


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