domingo, 9 de noviembre de 2008

FRIO

Frío en la cara...música de clarinete rodeada de invierno…¿60? ¿70?... años de cronología, de permanencia de los sueños, de tener que ganarse la vida tocando. Ahora en la calle, en una esquina, como un adorno de Navidad con alma.

Paso deprisa por la avenida de la Paz y la paz me parece más callada que nunca. Paz como nombre y como estancia silenciosa de la escasez, del tiene que ser así porque no hay otra.

Mientras, con los botones abrochados hasta arriba, el hombre del clarinete, ¿50?¿60?, apoya la espalda sobre una fachada de mármol. Lejos de su país, de su lengua, sus recuerdos. Lejos de la vida, aunque las notas de la melodía nos parezca que levantan su espíritu.

Escondido, asustado por el largo viaje hacía la tierra que pensó de promisión, sigue tocando mientras ve como los transeúntes caminan deprisa, perdidos entre sus pensamientos.

El los observa, a la vez que sopla y modula las notas de Smetana en la esperanza de encontrarse con ellos y noten su presencia. Con la esperanza de que se detengan y hagan una pequeña pausa para mover unas monedas desde sus bolsillos hasta el tapete tendido en la acera.

Pero hace frío. Demasiado frío para desalojar la mano del guante.
Demasiado frío para mirar. Y pararse.


(Emilio Porta. De Diario de un Sublunar, Noviembre 2008)

lunes, 20 de octubre de 2008

Escrito en la sesión inaugural de la Tertulia de la calle Paz 4.

“El comienzo de la escritura está siempre en la mirada. La vida consiste en saber mirar. Mi concepto de la Literatura parte del exterior, del paisaje en el que el yo del escritor no está, es excéntrico a él, lo mira desde fuera. El escritor, entonces, entra con su mente en el lugar que observa, en los objetos, las cosas que contempla, las secuencias que ve.
Y actúa. Y transforma. Hace, de una realidad que no le pertenecía, otra distinta, siendo la misma, pero vista a través de él, de su mirada. Crea otra realidad.
Se ha producido la transformación, el proceso literario. A través, primero, de esa mirada, y, luego, de la mecánica de la escritura, cambiando el objeto sin matices por una realidad distinta, vertida a papel o la pantalla del ordenador por medio de la voluntad (inspiración y trabajo) del escritor.
El objeto literario ya tiene adjetivo. Y pierde su condición y la forma de los que lo miraron, en algún instante, con la vista.
Pasa, a partir de cómo el escritor lo ha elaborado, a ser Literatura.

En esa transformación los géneros no cuentan nada. Son una mera referencia de coleccionista, de director de una Galeria de Arte. A mi me gusta decir que los géneros los inventaron los bibliotecarios de todas las épocas para hacer más sencilla y fácil su labor: clasificar. Pero jamás el marco – como señala un párrafo de mi novela Destinos y Caballeros – puede ser superior a la obra que enmarca. Jamás la materia del lienzo puede estar por encima de lo reflejado.”

Emilio Porta. 20-X-2008

jueves, 3 de julio de 2008

DESIGNIOS

Yo cambio los designios

Yo abato los conjuros
y desvío con mis manos
la fuerza oculta
del giro de los astros.

Soy su dueño,
no su poseído.

ANTESALA


Antesala.

Uno está ya buscando la vida
del regreso.
La distancia focal
de los primeros sueños.
El lento e imperceptible recorrido
de lo efímero.

Uno está entretenido
en dibujar los mapas,
en elegir las rutas,
y el tiempo, se echa encima.

Se nos coloca encima
como un pesado abrigo
guardado en un armario
cerrado de la casa,
una prenda callada,
llena de ingratitud.

Nos habla de la edad.
La propia o la inventada,
las horas y los años guardados
para luego.

Y ese luego, no existe.
Es el pasado mismo,
lo que siempre ha ocurrido,
lo que queda detrás
de cualquier biografía.

Un amor, un deseo, una estancia, un viaje,
unas fotos que apenas desliza la memoria.

Ese luego es ahora,
es continuo presente.
Y lo que, ingenuamente,
llamamos antesala o creímos peldaños
de una apuesta futura, se nos viene
a las manos como la única vida.

Emilio Porta.

lunes, 30 de junio de 2008

PRIMERA ENTRADA

¡Bienvenidos a mi blog!