martes, 4 de enero de 2011

THE OTHER SIDE

Los ingenieros, los arquitectos, y todos los que, con ellos, realizan trabajos materiales levantando el día a día, nos permiten vivir, alimentarnos, movernos, refugiarnos, escribir, soñar...

Ellos sostienen la vida. Crean el suelo para nuestros pasos. Las vías para nuestros pensamientos. Cablean la tierra para alumbrar la luz. Construyen los muros de nuestras casas.

Ellos mueven el mundo. Son el mundo. Trabajan para que los demás podamos vivir. Ellos: soldadores, albañiles, carpinteros, trabajadores manuales silenciosos, que mantienen y cuidan las palabras que nosotros decimos. Túneles, puentes, edificios, son las barreras que opone el hombre al aislamiento y a la destrucción. Los escudos del pensamiento.

Nosotros, los filósofos y literatos, tratamos de explicar y adornar el progreso. Ellos lo construyen.

Cuando paso sobre el puente de Brooklyn se que los tirantes y las columnas de hierro de su estructura sostienen mi mundo. Ese que yo a veces creo único, importante, y, sin embargo, no es más que el ropaje de nuestros caminos, la conciencia invisible del cuerpo de la existencia.

Emilio Porta

24 comentarios:

Emilio Porta dijo...

Cada día la Tierra se pone en movimiento para albergar la vida. La nuestra, más compleja que la de otras especies, necesita la cooperación de muchos cuerpos y almas para que podamos subsistir. La existencia natural, la mera vida natural, hace tiempo que habría acabado para nosotros sin el esfuerzo de todos los que han abierto y abren la gran tienda del planeta cada jornada. No pretendo, con esta entrada, restar importancia a la fuerza del pensamiento...sino situar el verdadero valor de algunos tipos de pensamiento y también de algunos tipos de esfuerzo y trabajo. Hace tiempo que respeto más al médico que al sacerdote y al que amasa el pan que al que emite discursos en un hemiciclo. De todo tiene que haber en la viña del señor...pero, al menos, tengamos conciencia del valor y lugar de cada uno. Eso pienso. Y lo digo yo, que soy uno de los que hablan y pasan por los puentes. Cada día, eso sí, con vergüenza al ver como esta sociedad valora y paga a los que la componen, y con más reconocimiento hacia los que diseñan, construyen, y cultivan, las cosas materiales que nos hacen mantener a raya, e incluso vencer en ocasiones, a la cruel e inhóspita Naturaleza con la que los dioses o el Misterio nos obsequiaron.

Jesús Arroyo dijo...

¿Qué me dice usted, Porta mío, de esos religiosos que van a "Sulintrrasburgo" o a "Caracufepín" para levantar una escuela o un dispensario, para quedarse con los ya escolares o con los enfermos?
Pero quitando este ejemplo solidario... uummm...
El "a cada uno lo suyo" se ha evaporado y la lluvia trae un "a cada uno lo que es suyo, mio, nuestro, vuestro..."

Como no puedo quitarme el sombrero (no tengo), saco el pañuelo pidiendo trofeo para usted, Don Emilio.

Manuel dijo...

Querido Emilio: yo creo que esa inhóspita Naturaleza, lo es tanto más, cuanto más alejados vivimos de ella.

Se trata de un trueque de armonías: cambio la armonia con la civilización por la que pudiese tener con la naturaleza. Son platos que no caben en la misma mesa.

Reconocido el valor del creador, debemos reconocer tambien el valor de quienes dan forma al pensamiento. Sin ellos nos sería muy dificil nombrar el suelo que pisamos o el puente que sostiene nuestro mundo.

Si yo no hubiese leído esta tarde a Emilio Porta, puede que jamás hubiese pensado en el Puente de Brooklyn desde esa perspectiva.

Un abrazo de año nuevo.

Emilio Porta dijo...

De esos religiosos y cooperantes, estimado compañero Arroyo, sólo puedo decir que son trabajadores del más alto nivel por la Humanidad. Esos están incluidos en la loa y la admiración. Cuando hablo de "sacerdote" no me refiero al hermano cura que ayuda no sólo al cuerpo de Cristo, sino al cuerpo humano. Me refiero - y sólo como ejemplo - a la casta sacerdotal de cualquier religión o secta, desde los antigüos egipcios a los mayas ofertantes de sacrificios a los dioses, a los "guías" que se encuentran por encima del bien y del mal. No, era un ejemplo, me refería a los charlatanes, entre ellos la mayoría de los políticos, los que a través de la palabra viven con el trabajo y el esfuerzo de los demás. Y me incluía a mi mismo y a algunos intelectuales en la zona "noble parasitaria" a pesar de que, tan tajante división no es de mi gusto. Reconocer que todos jugamos un papel...pero que nuestro papel está sobrevalorado en relación con el trabajo manual no es despreciar la mente...estaría tirando piedras contra mi propio tejado...es simplemente creer que la clasificación actual en la sociedad es relativa - o absolutamente a veces - injusta. Si lees bien la entrada, Jesús, verás que los tiros van por ahí. Un abrazo.

Emilio Porta dijo...

Yo es que soy urbanita...aunque me guste el campo. Pero sin plagas de langosta, sin termitas que arrasen todo a su paso, sin huracanes que destruyan la vida, sin tsunamis ni terremotos...Supongo que el que plácidamente viviera junto a un manglar en el Indico y se ahogara de forma inesperada por la crecida furiosa del mar o el que estuviera durmiendo en una choza cuando la tierra se le tragó en Guatemala hace unos años tampoco pensaría lo mismo...

Y, querido Manuel, yo no digo que no sea importante nombrar el suelo que pisamos. Ni nombrar el pan. Simplemente creo que es más importante hacerlo. Porque, para nombrar algo, tiene que existir antes.

Por lo demás...te agradezco el piropo sobre lo que digo sobre el puente de Brooklyn, que es una metáfora. Que tampoco podría haberte llegado si alguien no hubiera inventado el ordenador personal y unos cuántos trabajadores manuales no hubieran conformado mi Fujitsu.

Un abrazo, aunque ya estoy con gripe. Para curarme de la cual o pasarla lo mejor posible me tomaré unas naranjas recogidas por alguien que plantó los árboles y un iboprufeno, descubierto por un investigador de los que alabo, y fabricada por unos compañeros trabajadores en una cadena farmacéutica.

Otro abrazo Manu.

Nota: Oye, que te he entendido perfectamente, no te vayas a pensar que no...Que si, que también nos cargamos cosas buenas de la Naturaleza. Pero es que esa Señora es, a veces, tan irascible, violenta e impredecible...

Jesús Arroyo dijo...

He visto, he visto por donde van los tiros, a que diana acertar y que perdigones van fuera de blanco, por eso lo del último entrecomillado.

Lo dicho, señor, me quito el sombrero, que ya lo he comprado.

Emilio Porta dijo...

Querido Jesús...gracias por lo del sombrero y por tus comentarios, que siempre son "certeros" y "agudos". Supongo que ya estarás recuperado y dispuesto a dar guerra a este 011 que nos ha llegado. El otro lado a veces es un contraste...y otras un reflejo. Y no siempre el contraste es opuesto. A veces los contrarios producen unidad. La dialéctica, ya sabes. Un fuerte abrazo.

Mari Carmen Azkona dijo...

Todos somos significativos e importantes en el engranaje del mundo. Somos una infinitesimal parte de un todo, nada más y nada menos. Tenemos una función y dejamos huella, somos motores y receptores...nada sería igual, marcamos diferencia.

Valorarlo, como lo haces tú, es encomiable. No creas que todo el mundo lo percibe, y sé de lo que hablo. A los ojos de ciertos “personajes”, hay uniformes y trabajos que convierten a las personas en seres transparentes. Pero, en fin...el problema es de ellos.

Tú continua adornado y explicando el progreso ¿mientras otros lo construyen? no Emilio, mientras entre todos lo construimos.

Besos y abrazos.

Alicia Uriarte dijo...

La figura del puente yo siempre la he entendido como metáfora de la comunicación y el dialogo. El puente es llegar al otro. Los puentes siempre han sido imprescindibles en todas las culturas y en la historia del ser humano. Pero los puentes han mejorado su tecnología y de ser un tronco atravesando de orilla a orilla de un río, unas piedras grandes separadas una distancia adecuada, grandes losas sujetas sobre otras piedras que sirven de base, unas cuerdas atadas a troncos de árboles,... han pasado a ser inmensas moles que precisan cada vez más alto nivel de especialización. Ahí Emilio entra a formar parte todos esos gremios que tú nombras. Yo considero que tan importante es la labor del que diseña como del que construye. Sin embargo el que diseña tarda más tiempo en poder obtener un sueldo más alto. Acaso pudiera ser que, en cuanto entra en juego el “poder” malentendido del dinero, el puente se desequilibra haciendo que la diferencia entre las orillas sea cada vez mayor.

Si no nos empeñamos todos en fortalecer el puente nos podemos encontrar de forma inmediata sufriendo lo que cantaba Iva Zanicchi en la bella canción “La orilla blanca, la orilla negra” o navegando bajo ese “Puente sobre aguas turbulentas” que cantaban Simon and Garfunkel.

Un abrazo

Emilio Porta dijo...

Siempre me ha horrorizado la pregunta...¿ qué haces?...y me ha gustado más averiguar de las personas que he conocido quienes son. Mi idea del trabajo está clara en mi entrada. Y mi valoración de los trabajos también. Creo que la escala de la mayoría es producto de la ignorancia y de la falta de inteligencia y categoría humanas. Alguien que valora a las personas por su escala laboral es, simplemente, un cretino y un pobre de espíritu. Toda mi vida he tenido amigos en los distintos "gremios" y mis relaciones son ajenas a varios elementos que figuran el el carnet de identidad. Eso es algo que, afortunadamente, aprendí de chico. Uno de mis abuelos llegó a ser un magnífico impresor viniendo de su pueblo de Segovia, Santa Maria de Nieva, con once años, y empezando a trabajar como mensajero y aprendiz. Mi otro abuelo fue peluquero, otro oficio. Una de mis abuelas, modista casera. Y mi padre contable. A todos ellos les debo quien soy, no lo que hago. Gracias por tu comentario y tu opinión sobre mí, Mari Carmen, un abrazo.

Emilio Porta dijo...

Bonito comentario basado en el juego de las metáforas a través de la idea del puente, Alicia. Si, estoy totalmente de acuerdo contigo. Evidentemente ese puente de Brooklyn inventado para hacer mi reflexión es un puente físico en la realidad y etéreo como base de lo escrito.
Yo pienso que el progreso, primeramente, tiene que tener una base material. La labor del intelectual, posteriormente, debe ser hacer "humano" ese progreso, permitir que la vida sea compartida mejor y las personas más respetadas. Y puede hacerlo directa o indirectamente. No me gusta el arte gratuito, ni la literatura gratuita como mera diversión o solución de ocio. Para mi las palabras tienen un significado de descubrimiento, indagación en el conocimiento, de alumbrar la mejora de la existencia humana. Así que agradezco tu comentario en esa línea. La entrada, simplemente, es para hacernos reflexionar sobre un hecho importante: donde no hay pan para alimentar, ladrillos para construir el refugio, medicinas para curar...el discurso sobre "cosas" aparentemente superiores salta por los aires. La idea necesita ser soportada por una existencia material que suponga mínimos. Un beso y gracias de nuevo por tu aportación.

Rosa dijo...

Creo humildemente que todo debería componer un perfecto equilibrio, si el género humano no nos empeñáramos en pisar todo aquello que no es "nuestro", para así realzar más lo que sí lo es...
Buen ejercicio de humildad Emilio, que es lo más difícil de conseguir en nuestro mundo y a buen seguro que ayudaría.

Yo también he vivido la “transparencia” de la que habla Mª Carmen, pero mi experiencia –de varios años- me dice que ese ejercicio de opacidad, siempre lo practican los mismos.

Un beso y ponte bueno prontito, que si no, te mando al doctor.

Emilio Porta dijo...

Gracias, Rosa. Y sabes que es sincero. No somos absolutamente nada, como decía Pessoa, aunque tengamos todos los sueños del mundo. De vez en cuando, ante el aplauso o la admiración, conviene recordar ese proverbio que compara al mundo y a los seres humanos con un tablero y unas piezas de ajedrez: "Cuando acaba la partida el Rey y el peón se guardan en el mismo cajón". Otra cosa son las ilusiones y las emociones: sin ellas seríamos robots.
Bueno, si la cosa se pone mal, llamaré a "tu doctor", que es el mío...!mira, qué casualidad!. Un beso.

Rafael dijo...

Es para cenarse entera esta increíble reflexión querido Port.

Y por decir solo añadiré que era fácil intuir que tu persona comulgara más ante una postura de acercamiento hacia la injusta realidad social que nos rodea en cuanto al reconocimiento que reciben unos y otros en un aspecto profesional relacionado con el trabajo; pero como no podría ser de otra manera, como obrero que soy, hoy aquí me siento identificado, es más, me enorgullece enormemente de que un amigo escritor que jamás nos pregunto a ninguno por nuestra profesión, sea quien desde su propia casa venga a romper en esta vez una lanza en favor del esfuerzo y el sudor en memoria de los cientos de oficios que hacen que nuestras vidas sean más confortables.

Gracias por tenernos en tu memoria y por tener la valentía de admitir y de reconocer esta verdad aun cuando tú te encuentras metido en el mismo saco y desde el eres capaz de plasmar las impresiones y no los ecos.
Se podrían decir otros mil y un edictos pero yo me quedo con este.

Un tremendo abrazo.

Emilio Porta dijo...

Querido amigo y compañero Rafael: Añado a la reflexión primera estos versos de Miguel Hernández, hablando de los olivares de Jaén: "No los levantó la nada, ni el dinero, ni el señor, sino la labor callada, el trabajo y el sudor".
Tu comentario me hace sentir que, al menos, sabemos la tierra que pisamos. Tú, que conoces lugares y gentes desfavorecidas del planeta, sabes que la palabra "no debe ser un mero lujo cultural de los neutrales que, lavándose las manos se desentienden y evaden" como decía Celaya. No me refiero a los contenidos, a lo que escribimos, pintamos, esculpimos, o componemos, pues todo arte es aportación al acervo de mejora de la Humanidad. Basta ver maravillosas obras musicales o pictóricas, incluso literarias, con temática religiosa, o a personajes de la antigua nobleza escribir maravillas como las que nos dejaron Jorge Manrique o, yéndonos más cerca, el mismo Tolstoi ( que por cierto, a pesar de su rango, trabajaba el campo con sus propias manos y fue un adalid de las mejoras sociales)...no, no me refiero a los contenidos, sino a la actitud. La actitud es lo más importante en la vida. La actitud genera los hechos. La actitud nos permite constatar que formamos parte de la Humanidad, no que sólo somos un reducto individual enmarcado en un absurdo e insolidario particular ego.

Esa actitud, que tú tienes, que otros muchos tienen, es la que genera el progreso del "alma" del Hombre, es lo que nos lleva, nos llevará si no nos rendimos, a una sociedad mejor, más justa, más libre. No hablo de ideologias, sino de modo de ver y enfocar la vida. Los hechos son siempre posteriores al modo de mirar, al modo de ser. Ojalá hubiera muchas personas como tú. Y ojalá no nos olvidáramos nunca de que, mientras nosotros escribimos estas letras, otros están recogiendo el coltán en Africa - y dejándose materialmente la vida - para que funcionen nuestros ordenadores y nuestros teléfonos móviles.
Un fuerte abrazo.

Emilio Porta dijo...

Cuando hablo de trabajadores no excluyo a nadie. Sólo hablo de la valoración que la sociedad da a unos y a otros. Y los ingresos de unos y otros. Y la vida de unos y otros. En todo el planeta. Pero he querido hacer un reconocimiento expreso del valor de aquellos que sostienen, día a día, nuestra vida personal y social. He puesto unos ejemplos. Pero no se puede olvidar a otros muchos, cuya labor no es estrictamente material, pero si de absoluta necesidad. Antes que nadie, enfermeros y médicos, profesores, conductores de transporte público, mecánicos, limpiadores, agricultores...Todo trabajo, incluso el intelectual y artístico, es necesario para el progreso y el bien de todos. Sólo que ya es hora de situar a cada uno en su sitio. No creo que un juez deba sentirse por encima de un camarero. Ni un político - bueno eso ya es de escarnio - por encima de una secretaria que le pasa a ordenador los discursos...que otros le hacen.

Anónimo dijo...

Desgraciadamente, cuando muchos hemos pasado sobre el puente de Brooklyn, esa sensación de la que hablas nos ha pasado inadvertida, quizá porque es más cómodo disfrutar del paisaje y dejar la mente en blanco.

En cuanto a arquitectos, ingenieros, albañiles, literatos, trabajadores del servicio doméstico... para mí, todos son personas sin más, independientemente de su categoría social, cultural o profesional. Como anécdota podría decirte que, de personas con las que me relaciono desde siempre, muy incultas y con una vida llena de problemas serios, he aprendido y sigo aprendiendo cada día.

Emilio, tu texto maravilloso como siempre. Nunca me dejas indiferente cuando leo lo que escribes.

Un besito.

Mila

Emilio Porta dijo...

En realidad yo no he pasado por el puente de Brooklyn...bueno, si he pasado, pero no pensando todo eso. Como imaginas es una metáfora, un juego para expresar una serie de cosas. Podía haber puesto el puente de la Bahía de San Francisco o el puente 25 de Abril en Lisboa, da igual. Lo importante es saber que, detrás de cada cosa que nos permite una vida más fácil, una vida mejor, está el esfuerzo de muchas personas anónimas que han pasado días y horas construyendo aquello que la permite. Gracias, Mila, por tu comentario y por lo que dices. Saber que no estamos solos y que en un barco desde el grumete al capitán son importantes, nos llevaría a una navegación más solidaria y con menos diferencias de categoría entre los camarotes. Algo hemos avanzado. No hay que olvidar que, hace un siglo, todavía había vagones, en nuestros trenes, de tercera. Y, aún hoy, en países como la India, sigue rigiendo el sistema de "castas" sociales.
Ah, en España, hubo una campaña de Navidad muy "bonita" y "entrañable". El slogan era: "Siente un pobre a su mesa". Esto, aunque parezca mentira, se imprimió en carteles, se dijo en anuncios de radio. No es un chiste. Fue verdad.

La Solateras dijo...

Creo con Mari Carmen que todos somos necesarios; mejor dicho, todas las actividades son necesarias, independientemente de las personas que las desarrollen, pues nadie es imprescindible. Y a eso nos debemos aplicar, a hilar cada uno nuestro hilo para que la tela de araña no se rompa. Y sí, es más importante que haya puentes que el nombre que les demos, viaducto o pasarela. Aunque a lo mejor se pueden construir puentes de pensamiento, qué se yo...

Emilio Porta dijo...

"Los puentes de Madison" es una de las grandes películas de Clint Eatwood, una película que he visto varias veces y que, además de ser una obra maestra de realización, enseña varias cosas en la vida. Esos puentes eran físicos...pero había una cierta metáfora sobre el lugar de encuentro, sobre la necesidad de puentes de emoción y pensamiento, como tú dices, Ana. Claro que todos somos necesarios ( aunque, para el proceso de la evolución natural los individuos cuenten menos que la especie ) y que no estaríamos donde estamos sin que el cerebro hubiera evolucionado. El cerebro y todo lo que conlleva, incluidas las emociones. Probablemente muchas de las cosas materiales que se han producido lo han sido también por la evolución de la palabra. No, no desprecio - cómo iba a hacerlo - el trabajo intelectual ( repito, tiraría piedras contra mi propio tejado )...sólo trato de hacer ver la necesidad de valorar el trabajo manual, físico, el trabajo de los que, cada día, nos permiten pensar. Es la abismal diferencia en la consideración de las labores y las personas lo que me ha hecho poner esta entrada. Creo que, en el fondo, coincidimos. No hay más que leerte y conocerte.

Toñi dijo...

Hay personas que se enorgullecen de ocupar una destacada posición en la escala social, y que aprueban y abogan por el detrimento del bienestar e igualdad de ciertos individuos integrantes de la sociedad. Es difícil hacerles entender que todos y cada uno de nosotros somos un granito de arena que ayuda a que el sistema nervioso de esta sociedad funcione como es debido.
Hablo desde mi experiencia, ya que en muchas ocasiones tengo la sensación de ser transparente.

Gracias, Emilio, por esta entrada y por tener una mirada tan limpia.

Toñi

Emilio Porta dijo...

Supongo, Toñi, que esas personas no lo son tales, en el sentido que yo entiendo ser persona. Son más bién una estructura cosida a un cargo o un estrato laboral. Siempre me ha parecido curioso, lo pongo como ejemplo, que lo que se llama la clase política ponga distancia entre ellos y el resto como si hubieran sido elegidos por los dioses cuando lo han sido por la gente para que les represente. O, yendo a otro campo, algún funcionario de nivel alto, o un directivo de alguna empresa, que miren siempre para abajo, no por recato, sino porque ellos "ven" desde arriba y los demás, debajo están. Cada uno tiene su función y su estima pero la de algunos los "altos cargos" me parece grotesca. No tienen solo ellos la culpa. La tienen también los que "deifican" a los otros por considerarles "superiores"...y no e digo nada cuando se trata de los "famosos". Falta, en el fondo, educación profunda y sentido de la vida. En fin, no es nuestro caso, o eso intentamos ¿verdad?. Un beso.

Anónimo dijo...

Siempre se ha dicho que la existencia es un viaje en el que no existen los caminos llanos: todo son subidas o bajadas.
La evolución sigue actuando sobre nuestro mundo y sobre nosotros mismos.
Todos somos portadores de algo.
Hasta los seres más deshonestos nos valen de ejemplo para no seguir sus pasos.
Vivimos en un planeta biónico, remodelado, interconectado, cubierto de redes de información que analizan nuestra salud, predicen el futuro y gobiernan el ecosistema.
¿Cómo lo gobiernan? Prefiero no pensar en la recombinación del ADN, el Proyecto Genoma Humano, o la terapia genética de la que tanto se habla, eso sin entrar en otros temas -me extendería demasiado-. Qué peligro para las próximas décadas.

Sinceramente, y no sin hacer lo que esté en nuestra mano para limpiar la "atmósfera" en pro de la humanidad, creo sinceramente que debemos alimentar nuestra esperanza con realidades factibles o sueños irreales. No es una contradicción, aclaro: ¿Acaso es más real la realidad que lo imaginario?

Finalizo con una frase que parece que me la leyeron del pensamiento, pues se me adelantaron al escribirla. Cito: La libertad de la fantasía no es ninguna huida a la irrealidad; es creación y osadía.
Eugene Ionesco.

Le felicito Sr. Porta por tan maravilloso relato.

Reciba mi admiración.

Saludos cordiales,

Montserrat Candelaria Tejera.

Emilio Porta dijo...

Estimada amiga Montserrat Candelaria...gracias por su comentario en el que, a partir de una reflexión que nos lleva a pensar sobre la vida, usted va más allá todavía y elabora un interesante pensamiento, con una esplèndida cita, además, de Ionesco. Sí, yo creo que existe lo que llamamos realidad, que es la que sostiene nuestros sueños y que, a algunas personas, se nos queda corta, pero de la que no podemos prescindir. Es esa realidad la que nos permite alimentarnos, tener un cobijo, andar y movernos...Luego, nosotros, los creadores, buscamos desdoblar nuestras vidas para conseguir hacer la convivencia mejor, para encontrar la Belleza y la Armonía, para poner un poco de Arte y sensibilidad en la superficie del planeta. Nosotros, los escritores - cada uno a su modo y con sus capacidades - buscamos lo que llamamos "elementos esenciales" más allá, a veces, de lo que sí es verdaderamente esencial: el sustento material, el cuidado de la existencia concreta, de la vida de la Humanidad y del planeta. ¿Huir a la irrealidad? Ah, eso lo hacemos constantemente en la Literatura...pero no es la irrealidad: es nuestra realidad. Por eso, a veces, es dificil la comunicación y aceptación de nuestros mundos, porque no son perceptibles para todos. Estoy seguro que Kafka, Nerval, Baudelaire...entenderán, al igual que usted, a lo que me refiero. Y Cervantes. Y Shakespeare. Porque ellos dieron a la Humanidad obras inmensas nacidas de su mente. Y las dejaron, para nuestra felicidad y mejora del pensamiento, entre nosotros. Un afectuoso saludo.