El resumen de la vida de un escritor son sus escritos. El de un viajero, el recuerdo de sus viajes. El de un artista, la obra realizada, dibujos, fotos, los objetos donde ha depositado su mirada.
El resumen de la vida del Hombre es su memoria.
Podemos comentar la memoria, recorrerla en su transcurso o añadirle nuevos datos.
Y podemos seguir en el camino. O detenernos, un tiempo, en la reflexión y alguna estancia.
Estancias, que, para el que lleva los pensamientos prendidos a la mano, son siempre etapas. En esas etapas cada uno de nosotros sabe donde se encuentra y, finalmente, donde va. Al menos donde desea ir. O donde puede ir.
Vivimos una vida personal y una vida social. Y tratamos de fundirlas. Pero el espacio es demasiado grande y el tiempo limitado.
Solos o en compañía de otros nos movemos en el camino.
Aunque la soledad es un elemento consustancial en toda reflexión, la compañía es necesaria. Sin embargo cada uno toma la compañía como la entiende y la interioriza.
Para mi la compañía es también la de aquellos que compartieron vida y existencia, incluso si parece que ya no están. Y no es siempre, necesariamente, física.
Por eso, hoy, tomo prestadas palabras de Antonio Machado, unidas por el corazón a las de Joan Manuel Serrat - que las envolvió en música y también las tomó a préstamo - para que volvamos, de nuevo, sobre ellas y nos demos cuenta de que son patrimonio de la Humanidad.
Son, en realidad, la Humanidad. Las de él y las de tantos otros que nos precedieron.
Todo pasa y todo queda,
pero lo nuestro es pasar,
pasar haciendo caminos,
caminos sobre la mar.
Nunca perseguí la gloria,
ni dejar en la memoria
de los hombres mi canción;
yo amo los mundos sutiles,
ingrávidos y gentiles,
como pompas de jabón.
Me gusta verlos pintarse
de sol y grana, volar
bajo el cielo azul, temblar
súbitamente y quebrarse.
Caminante, son tus huellas
el camino y nada más;
caminante, no hay camino,
se hace camino al andar.
Al andar se hace camino
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar.
Caminante no hay camino
sino estelas en la mar.
Hace algún tiempo, en ese lugar,
donde hoy los bosques
se visten de espinos,
se oyó la voz de un poeta gritar
"Caminante no hay camino,
se hace camino al andar..."
Golpe a golpe, verso a verso...
Murió el poeta lejos del hogar.
Le cubre el polvo de un país vecino.
Al alejarse le vieron llorar.
"Caminante no hay camino,
se hace camino al andar..."
Golpe a golpe, verso a verso...
Cuando el jilguero no puede cantar.
Cuando el poeta es un peregrino,
cuando de nada nos sirve rezar.
"Caminante no hay camino,
se hace camino al andar..."