Escucha a tu cuerpo. Forma una unidad indisoluble con el alma. Él sabe mejor que nadie lo que nos conviene. La salud es una cuestión física y mental. Si el cuerpo nos pide una naranja o una manzana, es bueno para él. Si el cuerpo nos pide extendernos, es bueno para él. Si nos pide contraernos, también. Y movernos, y caminar, y reposar. A veces la mirada quiere ir más allá de la necesidad. Y el deseo se superpone a la estructura. Pero él sabe, el cuerpo sabe.
Lo primero que nos dice el cuerpo es que, si no respira, se muere. Y se muere junto al alma, pese a los intentos de convencernos de que el alma flota sin el cuerpo. El alma flota pero, cuando lo hace, es siempre con el cuerpo. Es así. De modo que hay que darle al alma lo que es del alma y a su suporte lo que de su soporte es. Saberlo y no olvidarlo.
Hoy he visto como las plantas de mi terraza estaban a punto de morir. Había olvidado que necesitan agua. Espero haber corregido el descuido. Porque las plantas bajan las hojas y la guardia solo para avisar. La falta de alimento y atención las deja sin vida.
También hoy he retocado mi relación con algunas cosas aparentemente, solo aparentemente, inanimadas. Y las he colocado bien, las he ordenado un poco. Tengo el espacio exterior de este aprendiz de monasterio demasiado lleno de cosas. Y pasa lo mismo: el espacio exterior no es más que una proyección del espacio interior.
Cuando quieres caminar mucho no te das cuenta de que no puedes hacerlo si las maletas están llenas y pesan. Hay que dejar alguna ropa en el armario, llevar solo lo necesario para el día. Aunque ese día, como yo deseo casi siempre, sea todo el transcurso, la corta y larga trayectoria de la existencia.
Amo las fotos porque no pesan. Y acompañan, empujan, son esos lugares que hacen presentes los momentos que parecen perdidos. Cerrar los ojos con la mirada abierta sobre ellas es un maravilloso modo de entender los momentos que conforman nuestra existencia. Y guardarlos es como guardar esta nota escrita que, al fin y al cabo, como casi todo lo que apuntamos y escribimos, trata de naranjas y manzanas para el espíritu.
9 comentarios:
Una buena reflexión para este domingo, querido amigo.
Ya sabes que algunas de las cosas que has escrito no las comparto, pero eso no tiene importancia. Lo esencial es lo común; a lo que tu llamas peso yo lo llamo ruido. El ruido nos aturde y no deja lugar al espíritu. Nos llena de desorden.
Me alegra que tus plantas tengan agua. Ellas saben agradecer ese soplo de vida y ya verás que dentro de muy poco tendrán las hojas brillantes y jugosas.
Así la vida.
Gracias, Manuel. Me encanta que hayas inaugurado el casillero de comentarios. Me gusta eso del ruido, sí, es el desorden. Pero no el que fluye a veces y nos hace saltar sobre la realidad para imaginar una nueva y superarla. Sino el que nos lleva al abismo de la desesperanza. El ruido mata el silencio necesario - escribir para mí es parte del silencio creador y comunicador - para distinguir la vida de la mera existencia. Sí, las plantas reviven con el agua y la luz. La mayoría de ellas las necesitan. Como el aire.
Eso es lo que pienso yo cuando el cuerpo me pide un cigarro, y otro, y otro... Y luego un gin-tonic.
Besos
Dí que sí, Ana, cada uno debe hacer con su cuerpo lo que siente y quiere. Sobre todo si el cuerpo le dice a uno que eso es lo bueno. Yo lo ponía un poco más natural...pero, en realidad, era una alegoría. Todo lo es. Libertad para vivir, e incluso para dejar de hacerlo. Que, al fin y al cabo, cada uno elige la cualidad, que la cantidad ya la decide la vida por nosotros. Yo no fumo, como sabes, pero es que tengo alergia al humo y claro, el cuerpo me pide lo contrario :-) Ca cuerpo es ca cuerpo y cada uno somos producto de nuestra historia y sensaciones. Todo mi respeto y cariño :-) Besos
Bueno, había otra parte metafórica. Pero eso ya sé que lo has entendido :-)
El cuerpo es el santuario de su propia naturaleza y espíritu. Creo que debemos respetarlo no solo conforme lo que nos demande, también hay qué adivinar que es lo mejor para el mismo. Algo así como concederle sus propios derechos.
Por otra lado, aunque considero que cuerpo y espíritu conforman una sola unidad imposible de disociar...Cada uno posee diferente memoria en el tiempo.
Existen personas que tratan cuerpo y alma con el mayor cuidado del mundo, pero fallecen jóvenes por alguna enfermedad como el cáncer. Otras, por contra, beben, fuman y mal comen, sin embargo consiguen una mayor longevidad, que no significa mejor calidad de vida.
Bueno, os podría dejar unas cuantas recetas culinarias que favorecen cuerpo y alma; pero qué hago yo metiéndome donde no me llaman.
El texto me ha gustado mucho, lo principal es aplicárselo a uno mismo...Ya sabes.
Las metáforas están claras y poseen diversas interpretaciones. También está claro que tu inteligencia y tu forma de manejar el lenguaje siempre nos hace reflexionar.
Lo que manifiesto no es una alegoría.
Felicidades Emilio.
Besos para ti.
Montserrat Tejera.
Gracias Montserrat por tu comentario y tu reflexión, que añade algo más a la entrada y te agradezco. Yo, en realidad, creo que la clave de toda reflexión es ayudar a tener la mejor actitud ante el momento, ante las circunstancias, ante la vida. No siempre dependen las cosas de uno mismo, esa es la verdad. Pero, al menos, intentemos que el transcurso del tiempo, para bien y para mal, no nos pille con las defensas bajas. Besos también para ti.
Buena reflexión y conclusión,Emilio.
Un abrazo.
Gracias, Carmen. Es una reflexión de sentido común, adornada con un poco de literatura. Será que no soy capaz de escribir de las cosas de todos los días sin proyectar un vuelo sin motor. Bueno, en este caso, con motor. La salud mental y física que, como escribo, se superponen, necesitan ese motor. Un abrazo :-)
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