viernes, 28 de diciembre de 2012

ESTANCIAS Y REFERENCIAS


Cuando las personas, los lugares, la memoria y el deseo son estancias y referencias.

Eso es lo importante de toda relación con las personas y las cosas. Que nos sirvan de diseño del camino, percepción de la estancia y referencia de pensamiento y vida. Todo lo demás es inútil para el auténtico desarrollo del ser humano evolucionado y solo conduce al mero transcurso vegetativo de la especie. Cuando escapamos de lo comunmente aceptado, ejercemos la opción de la individualidad consciente, de la conformación de la identidad propia. 

En ese mundo sobran las explicaciones. Y los elementos biológicos se dotan de un significado personal, diferente. El cerebro y el corazón están unidos para crear al ser humano. No para confinarlo en la mediocridad de un sociedad de mínimos. Aunque a veces haya que atender elementos básicos de supervivencia y sintamos que algo se nos escapa, algo que vislumbramos en el horizonte más allá de las limitaciones que atan.

Ese salto sobre la realidad que es el intento de alcanzar los sueños es lo que crea nuestra auténtica condición humana y nos sumerge en un proceso de superación continua en el pensamiento, el arte, las ciencias y las letras, que son el acervo conceptual y cultural que acompaña a la Humanidad.

3 comentarios:

Emilio Porta dijo...

En 1929 Virginia Woolf escribió un libro fundamental, "Una habitación propia". Lo escribió a raíz de unas charlas que dio el año anterior a jóvenes estudiantes sobre la necesidad de que la mujer tuviera un espacio personal para desarrollar su libertad y su vida. Yo creo en esa habitación propia, tanto para las mujeres como para los hombres, no solo la habitación la exterior, sino la interior. Ese espacio que permite mirar con perspectiva, que puede ser refugio de la libertad o plataforma de nuestras reflexiones e intentos. Un lugar donde podamos guardar libros, cuadernos, memoria, y sueños. Donde habite el silencio creador y regenerador y se conserven también las palabras que nos impulsan e iluminan.

Mari Carmen Azkona dijo...

“Cuando las personas, los lugares, la memoria y el deseo son estancias y referencias.”

Y esa simultaneidad del presente y el recuerdo, no solo apuntala la vida, sino nuestra identidad que nos hace especiales y diferentes. Y sin diferencias sólo habría homogeneidad, uniformismo e igualitarismo. El resultado sería un conglomerado de personas anónimas y despersonalizadas, a las que se les ha extirpado lo que en verdad las singulariza y hace irrepetibles.

Una persona sin identidad se queda sin voz para hacerse presente, conocerse en su singularidad y manifestarse tal cual es. Para lograrlo, como bien apuntas en el comentario, es necesario tener una habitación propia, en la que en libertad, poder desarrollarnos, crecer y evolucionar. Y, en la medida que lo hacemos cada uno, empujar la evolución del ser humano.

Como dijo Virginia Woolf, “Para lo bueno y para lo malo, no podemos renegar del caballo salvaje que existe dentro de nosotros.” Sería renegar de nosotros mismos y de la condición humana.

Una entrada muy interesante, Emilio. Gracias por compartirla.

Besos y abrazos.

Mila Aumente dijo...

Cómo me gusta leer estos textos poético-filosófícos que llevan tu inconfundible sello.
Esa habitación interior que todos poseemos en la memoria es nuestra amiga más íntima:la que acoge secretos, penas y alegrías.En definiva, viviencias almacenadas en el subconsciente, que a veces navegan como un barco sin rumbo y otras se detienen en el instante que más necesite nuestro estado de ánimo.

Un abrazo.