Poseer la vida, aunque sea parcialmente, poseer su misterio, su oscuridad, su luz y su sombra, y poseerla en silencio y sin explicaciones, está en la base del deseo.
El aire de la tarde está en calma, la energía fluye en silencio sobre este banco de madera y el reconocimiento y fijación de lo vivido, en la ausencia, confirma la presencia. No siempre lo recibido se corresponde con lo emitido. Por en medio juegan, no solo nuestra limitada capacidad biológica, sino el espacio y el tiempo y la comunicación y sus soportes. La totalidad es casi imposible. Sólo la mente se acerca, a veces, a ella. Solo el pensamiento puede conocer el instante que, a veces, es ajeno a su transmisión. Constato como los instrumentos tecnológicos que los traen y los llevan y que, en ocasiones, son fundamental ayuda, pueden también, no solo transformar o silenciar el mensaje, sino también la propia intención.
Después de esto sólo queda el silencio y los pequeños intentos en la actitud, el pensamiento, las sensaciones, los intentos...en el marco de la supervivencia. El individuo espera que el tiempo le libere de las cadenas conceptuales de los dogmas y las ideas que organizan la sociedad, espera siempre el advenimiento de la libertad, la armonía, la concordia.
Y en ese ámbito nos movemos: el de la espera y la esperanza. De vez en cuando una brisa serena y el valor de la memoria ayudan a mantener el rumbo, el camino, y la estancia. Quietud y movimiento se funden en nuestro interior y nos empujan más allá de la realidad exterior, del marco de referencia, obligado, parcial, y poco condescendiente, de la vida.
23 comentarios:
Me alejo unos días del ordenador...pero quiero dejar una pequeña reflexión que enlace con la luz que arrastra y que penetra en la tierra de mi anterior entrada. Es una reflexión que aúna lo coyuntural con lo permanente - entendiendo que la permanencia es, simplemente, la escasa de nuestras cortas y limitadas existencias - y que queda ahí como mensaje lanzado a lo abstracto y lo concreto, a mi mismo y a todos aquellos que comparten conmigo este espacio, al menos una parte de este espacio.
Emilio, esta reflexión tuya que acaba hablando sobre el tiempo de espera a lo largo de la vida me ha hecho pensar en que tu mensaje va más lejos de lo que aparentemente pudiera parecer. Es algo más profundo. Acaso se refiera a la manera de hacer frente a las esperas sin desesperar, a inventar estrategias para canalizar esa frustración que puede aparecernos en algún momento. Puede que sea culpa del invento del reloj, de la existencia de los medios de locomoción con sus horarios,…o casi lo más probable sea que se trate de algo inherente al ser humano. Pareciera que siempre estamos esperando algo o a alguien, y no precisamente a corto plazo como pudiera ser coger el metro. Por muy sencilla que sea una vida, siempre se espera algo. No veo ningún problema en la espera sino en las prisas que nos acompañan continuamente día a día. A veces antes de comenzar el estado de espera ya estamos estresados por la falta de paciencia. Entonces lo más sabio sea parar en un banco del parque y reflexionar sobre hacia dónde vamos y si hemos tomado el camino correcto con la compañía adecuada y ajustar el ritmo de la marcha. Esa brisa serena que tú nombras a veces nos da la respuesta. Esa que, como bien dice la canción, está en el viento.
Un abrazo.
De regreso encuentro tu mensaje, Alicia. Y no podía encontrar mejor comentario. De paso esa música enviada, ese gran archivo.
¿Sabes? Cada vez que escucho "El mar", el inolvidable tema de Charles Trenet, esta vez en versión orquestal, siento que estoy escuchando el himno que la vida - con sus alegrías y sus tristezas, su memoria y sus olvidos - quiere cantarnos en silencio. Sí, porque la vida, a veces, canta en silencio, o con pocas palabras. Bueno, dejemos estas reflexiones, tan nostálgicas y filosóficas y pasemos al otro capítulo de agradecimientos, el de tu comentario. Sí, un magnífico comentario todo él. Con alguna frase, algún párrafo, que merecería capítulo aparte, porque llega a su objetivo, nuestro interior. Gracías, Alicia. De todo corazón.
“Es totalmente inútil, absurdo, intentar llegar más allá de los límites que la propia naturaleza y la propia sociedad imponen. Absurdo el esfuerzo, una vez que has conseguido unas metas mínimas que, al menos, te ponen en paz contigo mismo, esforzarte en entrar en un mundo competitivo y banal que te sumerge en una espiral de insatisfacciones y frustraciones que te alejan de la paz interior y exterior”
(De una conversación con David Nihalat)
“Yo soy extranjero. Yo nací en el extranjero dentro de mi propia tierra”
Min Yong Tae
“Cuando era pequeño los demás se reían de mi por ser distinto…ahora yo me río de los demás por ser iguales”
Kurt Cobain
“Para qué examinar los errores del pasado habiendo tantos errores nuevos por cometer”
Bertrand Rusell
“La biografía del labrador es el surco”
Emilio Porta
Finalmente pasé tres de las frases de mi último comentario...a entrada en mi otro blog, PÁGINA PERSONAL. Acción inter-blogs. Para pasar al otro solo hay que pinchar arriba, en el inicio de éste, ESPACIO PERSONAL.
Estimadisimo Emilio,
permiteme este encabezamiento!
Tu raciocinio entre la mente,
y el corazón me parecen,
un LUJO para seguir,
en este DEVENIR HUMANO.
Carmen.
Gracias Carmen. Todos intentamos comprender la vida y asentar nuestros intentos. Armonizar mente y corazón, encontrar esa coherencia entre emoción e idea es una ardua tarea a veces. Sobre todo porque no siempre podemos elegir el cauce de desarrollo y transmisión, y nuestra anhelada libertad de acción...lo más que puede ser a veces es libertad de actitud, una libertad interior que no siempre puede ir más allá de algún gesto.
Emilio Porta
Ha habido algún problema con mi cuenta de google y no han podido entrar algunos comentarios ni respuestas. Espero que se haya solucionado todo.
Ha habido algún problema con mi cuenta de google y no han podido entrar algunos comentarios ni respuestas. Espero que se haya solucionado todo.
Esperar es soñar, sobre todo, cuando la espera está dirigida a obtener respuesta a lo emitido, o a que el mundo cambie en la dirección que deseamos.
Querido Emilio, Sólo sueña quien está vivo. Tú lo estás y así lo manifiestas en tus maravillosos escritos.
Un fuerte abrazo.
Amigo mio, está usted en puertas de la Libertad.
Gracias Mila...sí, solo sueña quien está vivo o quizás estamos vivos gracias a un sueño de alguien, quien sabe. O a nuestro propio sueño. Dentro del absurdo de todo... el sentido de la vida será siempre el de los sueños del ser humano, tanto a nivel individual como colectivo. Ya decía Shakespeare que "el Hombre está hecho de la materia de los sueños". Otro abrazo grande para tí.
Don Jesús...a su comentario solo puedo decir..."Y usted que lo vea y lo comparta" que espero que sí. Un abrazo.
Mi querido Emilio creo que la espera es una forma de estar vivo... Y si encima fuéramos capaces de conseguir -aunque sólo sea a ratos- el silencio en esa espera, posiblemente entenderíamos mejor el mensaje, como bien dices.
Muy interesante reflexión en ese banco de cualquier parte, en el que no todos sabemos sentarnos.
Un abrazo
Los bancos de madera o de piedra o de metal ( yo prefiero los primeros) son lugares siempre de espera. Algunas veces esperamos en ellos una señal, algo que arroje un poco de luz en nuestro espacio. Son tiempos de oscuridad general, en los que solo algunos instantes se revelan, solo algunos instantes permanecen alumbrando el interior. Durante años no me detuve en los bancos - después de haberlo hecho muchas veces en mi adolescencia - y ahora vuelvo a ellos. Tan solos, tan pacientes, sin pedir nada. Ni siquiera necesitas tomarte una consumición para poder estar. Puedes leer y, si llevas una tablilla con pinza y hojas, o un buen cuaderno, puedes incluso escribir en ellos, con ellos. Pero, sobre todo, puedes pensar, puedes mirar.
Querido Emilio: te confieso que me cuesta seguir tu reflexión. Intuyo un momento oscuro o, posiblemente, yo estoy espeso.
Entre emisor y receptor, muchas veces, se interpone el "ruido". Un elemento muchas veces distorsionador que nos confunde, que hace entender blanco lo que es negro.
Contra la limitada capacidad biológica, opongamos la inmensa capacidad mental. Contra el ruido, como bien enuncias, el silencio es un bálsamo.
Y, como frase continuación de tus frases (mientras escucho "La mer" en tu versión favorita) te diré:
"Hay que saber esperar lo inesperado" (Pequeño saltamontes).
Un abrazo.
Pequeño saltamontes...no sabes lo importante que es, en estos momentos, ésta demostración de cariño...si, es un nombre adecuado y oportuno para un Port que siempre andaba saltando sobre la vida...y estos días anda un poco bajo de energía. Ya sabes que no soy de comentarios personales en los blogs...pero este tuyo ( que acarrea esta contestación mía) me ha hecho mucho bien. Demuestra conocerme un poco y mucha intuición. Y, es curioso, porque la entrada está puesta hace tiempo...y, sin embargo, tu comentario es perfecto para hoy. Sí, Manuel, tienes grandes razones en tu texto. Toda verdadera razón es emoción. Y tú sabes de eso. Por inteligencia y por experiencia. La frase final es perfecta. Sobre todo con "La mer" de fondo. A ver si tengo algo de suerte y ocurre algo de eso que, alguna vez, la espera con esperanza, trae. Un gran abrazo, Manu.
«Descubrimos que al final las palabras que no existen nos pueden salvar… sin hablar» Guillermo Galván.
Yo acostumbraba a sentarme en los bancos situados en las orillas de la vida. Me estaba quietecita, en silencio, con las piernas recogidas entre los brazos. Me conformaba con mirar… Eso es lo que parece siempre que vamos por la calle apremiados por la vorágine de la existencia y vemos a la gente sentada en un banco. Pensamos: simplemente esperan… no tienen nada que hacer… solo esperar… observar. Un día alguien me tendió una mano, de forma inesperada… ―Todos esperamos señales inesperadas que, por esperadas, dejan de serlo.― Me dijo: «No pasa nada por alejarse un poco de la orilla…» pero se equivocaba… Llevo días ya sentada en el banco. Con un frío que nada puede quitarme y un dolor sordo, profundo, continuo, paralelo a todo. Aún así el instinto me obliga a seguir en el banco. Me ha llegado especialmente dentro toda esta reflexión sobre los bancos, por eso me he atrevido a participar.
Luz
«Descubrimos que al final las palabras que no existen nos pueden salvar… sin hablar» Guillermo Galván.
Yo acostumbraba a sentarme en los bancos situados en las orillas de la vida. Me estaba quietecita, en silencio, con las piernas recogidas entre los brazos. Me conformaba con mirar… Eso es lo que parece siempre que vamos por la calle apremiados por la vorágine de la existencia y vemos a la gente sentada en un banco. Pensamos: simplemente esperan… no tienen nada que hacer… solo esperar… observar. Un día alguien me tendió una mano, de forma inesperada… ―Todos esperamos señales inesperadas que, por esperadas, dejan de serlo.― Me dijo: «No pasa nada por alejarse un poco de la orilla…» pero se equivocaba… Llevo días ya sentada en el banco. Con un frío que nada puede quitarme y un dolor sordo, profundo, continuo, paralelo a todo. Aún así el instinto me obliga a seguir en el banco. Me ha llegado especialmente dentro toda esta reflexión sobre los bancos, por eso me he atrevido a participar.
Luz
Hoy, que me he quedado sin internet en casa, estaba a punto de marcharme del cyber donde había terminado de ver si tenía algún correo importante, entre tantos avisos y archivos que la cotidianidad envía...y llegó este precioso mensaje, firmado por Luz, para ser publicado aquí.
Yo siempre he creído que el silencio tiene palabras, solo que, a veces, el silencio también las oculta. Al final, esta entrada, una reflexión que iba a cambiar uno de estos días, vuela de nuevo...y eso me hace pensar en dejarla un tiempo más. Querida Luz...quizás el que te haya llegado dentro esta reflexión sobre los sucesos y los pensamientos que dejé en un banco de madera de un parque haga que ese dolor, y ese frío, sean algo más compartido y más humano - todo lo humano tiene cimas y simas lo se, bien que lo se - y cambie tu percepción, y tu esperanza. En Netwriters, un lugar donde escribo y participo, puse el otro día que el gris también tiene luz. Pero hay que saber mirar el gris. Gracias por tus palabras, que también me han llegado muy dentro, y por venir a mi blog, este pequeño espacio donde me resguardo, yo también, del aire frío de la existencia, que, a veces, sin embargo, también trae vida.
Estimado Emilio:
Singular prosa cargada de fuerza, de conceptos acertados sobre la psique de la sabiduría de lo que es o podría ser la vida.
Sin ilusión, no cabe esperanza alguna. El hombre solo es otra fuerza resistente a la supervivencia y latente a la espera de una posibilidad, una esperanza que no apague la luz de su ruta.
Pero la vida es un continuo aprendizaje de renunciamiento y aceptación, de continua limitación de nuestras deseos o pretensiones, de nuestras esperanzas, de nuestra fuerza y por ende de nuestra libertad.
Por otro lado, existe el factor suerte, que, como flecha lanzada al aire, tal vez, jamás toque en nuestra diana. Ahí, damos un toque a la justicia, a lo que entendemos por justo, mejor explicado. Y podemos decaer en el absoluto pesimismo o desconcierto cuando las campanas siempre suenan en oídos sordos y ajenos.
Entonces, llega ese momento en que debemos remontar con gran esfuerzo, máxime cuando hay muchas cosas en juego, cuando además de nuestra propio subsistir, está el de otros que aún dependen de nosotros.
En ocasiones, nos condenamos nosotros mismos y acudimos al silencio sin darnos cuenta de que no existe mayor acusación que los sentimientos que nos rodean, incluídas falses percepciones. Obviamente, no somos inmunes al dolor, a nuestro dolor, ni tampoco al ajeno.
Pero el silencio -comedido- no deja de ser un gran aprendizaje para fortalecer el alma.
Por otro lado, el silencio debe romperse si pensamos que es preciso acallar circunstancias que por su falta de verdad pudieran resultar adversas.
Me extendería horas...Creo que no sería de buen proceder. Así pues, para no cansarte, te dejo una frase de Paulo Coelho, que a mi me parece excepcional. Cito: El Mundo está en las manos de aquellos que tienen el coraje de soñar y correr el riesgo de vivir sus sueños.
Felicidades por tu magnífico texto y gracias por compartirlo.
Recibe toda mi admiración y estima,
Cris.
Estimada Cris...Creo que ante un análisis tan profundo, tan lleno de conocimiento e intuición y, al mismo tiempo, lucidez, como el que has hecho de mi texto, esta entrada, que lleva tiempo - quizás demasiado tiempo, abierta - debe dar paso otras reflexiones. Poco más se puede decir que ya no se haya dicho. Tus palabras demuestran una importante capacidad de reflexión y valen, no solo para mí, sino para todos. La vida no es una burbuja aislada y, aunque algunos amemos la soledad - determinada soledad, solo cuando la compañía choca con la libertad, cuando el mundo que nos rodea es ajeno al que habríamos elegido - es obvio que todo es interdependiente. Un libro depende del papel fabricado por otros, de la tinta impresa, incluso que estas palabras lleguen a nosotros depende de un sistema organizado al que se ha puesto el nombre - qué curioso - de servidor. Algunas de las cosas que dices en tu comentario dan lugar a nuevas reflexiones. Eso es la interacción entre personas y escritores...y es un gran valor añadido. Hacía tiempo que no escribías en mi blog y debo reconocer que, al hacerlo, lo has hecho con oportunidad, sabiduría, y una capacidad de análisis que, sin duda, merece que estos pensamientos sobre la madera seriada de un banco de un parque busquen reflexiones últimas que los asienten o los alteren si las circunstancias de la vida así lo piden. En el mundo de la incertidumbre final, que es el que nos movemos, es bueno encontrar palabras que ayuden en los pasos que, necesariamente, hay que dar. Primero está la supervivencia, luego está la vida. No son lo mismo. Quizás la primera sea constante y la segunda intermitente. Ojalá el balance final nos de la paz. A todas las personas honestas y con corazón, a todas las personas de buena voluntad. Gracias, no por la admiración, que ninguno la merecemos probablemente, solo algunos que son capaces de dar todo por nada, si por la estima. Gracias profundas por este texto, de verdad.
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