Termino esta introducción con una frase de Herman Hesse en Siddharta: "Se pensar, se esperar, se ayunar"
La reivindicación del silencio es la reivindicación del tiempo, o sea de la disponibilidad de cuerpo y alma, que supongo que son lo mismo, porque no conozco ningún caso en que ambos componentes del ser humano vivan por separado. El silencio, comenté en un apartado de Orzeán, es ausencia de ruido, no ausencia de palabras, ni de actitudes y conductas. El silencio es, además, un gran compañero de la palabra escrita. Tal y como yo lo entiendo es una continua reflexión. A veces como el agua de un lago, otras como el agua del mar. Y también entraña acción. A veces como la arena del desierto, otras como la lava de un volcán . El silencio es quietud, pero toda quietud es movimiento. Cuando permanecemos en un lugar, todo físico sabe que nos movemos con él. Nos movemos con el planeta por el universo. Y somos trasladados, entre las estrellas, a una velocidad de la que sorprende conocer su equivalencia. De vez en cuando recibo algún archivo con una canción. Y algunas de esas canciones, de esa música, son el mejor ejemplo de cómo el silencio habla. Simon y Garfunkel lo sabían y llegaron a poner título a uno de sus temas con la expresión exacta de lo dicho: Los sonidos del silencio. Yo, ahora, quiero traer aquí alguno de esos sonidos a través de otra canción universal que es para mí, la expresión pura de ese silencio, donde todo se dice, todo se cuenta. Es un tema, ya infinito, creado por John Lennon y que uno de nuestros compañeros/as de la comunidad inventada y existente de Orzeán ha colocado en su espacio. El tema es Imagine. Y nos habla constantemente en el silencio necesario para comprender. Escuchadlo, aunque lo hayáis hecho antes mil veces. E iros deteniendo en cada estrofa. Después no lo olvidéis. Todo consiste en poder sentir la respiración mientras caminas. Y hay muchas formas de andar. Incluso sin movernos. Eso es lo que ocurre aquí. Es lo que sucede en este espacio hecho de sensaciones y de sueños en el que trato de ubicar la realidad.
20 comentarios:
Y, sin embargo, si no hacemos de la vida compartimentos estancos, sellados con el cemento del olvido, podemos recuperar, a través de la memoria, todo lo que somos, que es también lo que fuimos y lo que seremos, como señalaba Eliot y me recordaba mi buen amigo Fernando Jiménez Ontiveros "Lo que pudo ser y lo que pudiera haber sido es una entelequia inmersa en lo que es" . La cita de Eliot es más larga, y no con estas palabras exactamente, pero el resumen acaba en mi teoría, no solo mía, de que el tiempo es una convención existente, puesto que percibimos su realidad y su referencia. Eso sí, si entendemos el proceso, veremos su circularidad, lo que nos llevará a sonréir y amar lo vivido, aquello que conforma la memoria de nuestra existencia. Sin ella seríamos siempre menos.
Emilio, debiéramos dedicar tiempo de silencio a reflexionar sobre cómo utilizamos realmente el tiempo. De cómo lo hayamos rentabilizado en el pasado puede depender sacarle partido en el presente y tener tiempo de calidad en el futuro. A veces la diferencia entre una persona que progresa y otra que no puede estar, entre otras cosas, en como gestionó el tiempo en épocas pasadas. Un buen ejemplo es el de aquel técnico que fue llamado para arreglar un ordenador que valía 1600 €. Sentado frente al mismo, tras tocar varias teclas y ver que no funcionaba lo apagó. De su maleta sacó un pequeño destornillador y giro mínimamente un pequeño tornillo. Encendió el ordenador y comprobó que funcionaba perfectamente.
-¿Cuánto le debo?
-Son 600 €, si me hace el favor.
-¿500 € por unos breves instantes de trabajo? No pienso pagarle esa cantidad a no ser que me mande una factura bien detallada que lo justifique.
Al día siguiente recibió la factura, y tras leerla procedió inmediatamente a su pago. La misma indicaba:
Apretar un tornillo...............1 €
Saber que tornillo apretar... 599 €
Tienes toda la razón Emilio. Hay muchas preguntas que nos podemos hacer en ese tiempo de silencio y acaso una de las más importantes sea qué cosas ocupan nuestras horas y si son las adecuadas.
Un abrazo.
Tiempo de silencio...pudo haber sido ruido, sin embargo existe un pacto entre el alma y el cuerpo. Es cuando el universo explota sin ruidos. Entonces podemos sentirnos, o viajar a Orzeán.
Un saludo enorme, Emilio.
Gestionar el tiempo, dices, Alicia...gestionar la vida...en realidad es la aceptación del principio de realidad, del que hablaba Freud, llevado al contexto social, el que nos hace plantearnos precisamente eso, no la fidelidad continua a los impulsos, sino la necesidad de un orden personal en la actividad social. Vivimos en el reino de la necesidad - la mayoría de los seres humanos - y en ese territorio plantearse la libertad es una utopía. Tenemos pequeños momentos de libertad, que se corresponden con los sueños...y luego la memoria. Sí, eso es. Gestionar el tiempo es determinar qué podemos hacer y cómo podemos llevarlo a cabo. Que importancia, finalmente, tiene esa convención, el tiempo, ¿verdad?. Gracias por tu comentario, con esa visión tan personal que siempre le das a los asuntos. Un abrazo Alicia.
"Pacto entre alma y cuerpo"...a veces esos pactos son obligados, otras veces son libres. Me gustan más los pactos libres, pero reconozco que no soy un dios, sino un miserable ser humano. No digo lo de miserable en el sentido más peyorativo, sino en el sentido en que lo dice un personaje de una de mis novelas. En el sentido inglés de "miserable" aquél abandonada a su destino y que camina a ciegas buscando la luz...
Y, aunque estés en otro continente, Luna, viajar a Orzeán es fácil. No hay que tomar ni avión ni barco. Es cuestión de imaginar que la vida está a un salto de imagen, a un salto de pensamiento. Todos tenemos - o deberíamos tener - nuestro Orzeán particular.
Abrazos.
Es bueno volver a releer lo escrito. La mente es frágil, y el tiempo nubla lo que creímos seguro en nuestras percepciones. Volver a plantearlas para hacer un balance sobre lo que pensamos y nuestras actitudes es necesario. Pero no voy a hablar sobre el silencio...todo el mundo sabe lo que pienso de él. Pero si me acerco hasta aquí para traer un poema que habla sobre el silencio.
La Ignorancia, gran amiga que no me abandona desde la infancia, me ha empujado a interesarme sobre la poesía portuguesa. Y en mi viaje he encontrado los poemas de una gran escritora del siglo XX. Te traigo el silencio de Sophia de Mello Breyner, Espero que te guste.
ESPERA
Me acuesto tarde
Espero una especie de silencio
Que nunca llega temprano
Espero la atención la concentración de la hora tardía
Ardiente y desnuda
Es entonces que los espejos encienden su segundo brillo
Es entonces que se ve el diseño del vacío
Es entonces que se ve súbitamente
Nuestra propia mano posada sobre la mesa
Es entonces que se ve el paso del silencio
Navegación antiquísima y solemne
Y como el silencio es tercer interlocutor en una conversación, me retiro, le cedo mi puesto...
Besos y un fuerte abrazo.
Es bueno releer y releerse, porque la palabra también nos lee a nosotros y en cada momento, en cada estado de ánimo, nos muestra una nueva arista o una textura que nos había pasado desapercibida.
El silencio -en su acepción de aislamiento, de soledad elegida- para mí es vital en esta aventura de descubrir las mil caras de la palabra.
Un abrazo
Te sigo, Emilio. Te sigo y callo... de momento.
Abrazo.
Ese sentimiento "morado, como la semana santa de nuestro país" nos sigue convocando al silencio y la reflexión. Al puente y no al abismo.
Gracias, Emilio.
Un abrazo.
Como Manuel, Emilio, te sigo, y además te estudio en silencio porque "la expresión pura de ese silencio, donde todo se dice, todo se cuenta" (lo dices tú). Eso es solo en el "tiempo de silencio".
Mucho podemos hablar del silencio: desde el silencio que nos dedicamos a nosotros mismos hasta el silencio con el que hablamos a los demás. Nada que ver uno con otro. El primero siento que es imprescindible, el segundo puede hacer daño como el escozor de un latigazo. Los dos tienen su discurso.
Gracias, amigo, por convidarnos a la raflexión permanente.
Un abrazo
Alex
"Me acuesto tarde.
Espero una especie de silencio
que nunca llega temprano"
Y sigue, con el mismo nivel, todo el poema, este regalo, Atxia. Porque a veces la Poesía es un regalo. Incluso en tiempo de silencio las palabras, algunas palabras, se superponen a él y lo acompañan. Yo siempre llego tarde, porque no se llegar a otra hora. Y llego tarde de tanto intentar que la vida se ponga en marcha temprano. Al final, la realidad se confabula para que el tiempo se ria de mí. Como si existiera, como si sólo el tiempo existiera y fuera yo la referencia, fuéramos los humanos la referencia, en vez de él. Que ironía, que el marco, como escribí una vez, sea más importante que el cuadro...
Llega de nuevo el tiempo de silencio, de abrir y cerrar puertas a la voz y con ella al aplauso cálido de aquellos que te siguen a veces en silencio, respetando el tuyo.
Los comentarios se evitan, pero no el cariño de la espera… Ahí estaremos siempre mi abrazo y yo siempre, querido Emilio
Cuando el comentario va más allá del texto de la entrada, le da alas. Eso ocurre al leer el tuyo, Ana. Exacto, perfecto, una reflexión directa a la mente y al corazón. Dices: "El silencio -en su acepción de aislamiento, de soledad elegida- es para mi vital en esta aventura de descubrir las mil caras de la palabra" Solo puedo decir que es exactamente lo que pienso. El silencio, que no es solo ausencia de ruido, sino espacio para el alma, es lo que permite dar la exacta dimensión a lo que leemos, a lo que escribimos. Incluso a lo que escuchamos. Es otro tipo de silencio al que nos referimos, ¿verdad?. Sí, el único que permite aprender a vivir en paz y libertad.
Contigo, Manuel, las cosas adquieren una dimensión distinta. Lo que se calla...y lo que se habla. Digamos que nos entendemos con un golpe de pensamiento.
Menos mal que, finalmente, la labor del escritor es tender puentes. Con los demás, a veces, pero sobre todo dentro de si mismo. Porque, sin puentes interiores, Nines, el ser humano es un caos camino de la desintegración y el absurdo. En realidad la mente es una ciudad de infinitos caminos y pasarelas, pequeños puentes por los que no podemos pasar más que de uno en uno. Andamos, hacemos varios recorridos y, finalmente, un viento implacable nos detiene...no sin antes intentar dejar alguna huella en la memoria de los otros o que otros la dejen en nosotros. Aunque en el silencio final parezca que todo es inútil y fugitivo. A veces esas huellas quedan en el sitio más inesperado y olvidado.
Soy una persona sencilla, Rosa, mucho más sencilla de lo que parezco a veces. Ahora, al cabo de los años, voy comprendiendo el nulo valor de la vanidad, la ridiculez de los egos. De repente es como si un rayo fuerte de luz me viniera a la mente y me hiciera ver que solo las sensaciones y la memoria de ellas son la esencia de la vida. Qué paradoja, hablar a aquellos con los que no necesito hablar. A los verdaderos amigos y amigas que comparten actitud, transcursos y espera. Tú sabes que, entre las personas que dicen todo con el corazón, estás tú. Quizás por eso ambos, aunque algunas veces nos perdamos, como todos, en explicaciones y razones, no muchas, cierto es, entendemos el fondo de tu comentario y de mi respuesta, esta respuesta.
Querido Alex: nosotros hace mucho tiempo que sabemos el fondo de uno y del otro sin palabras. Y eso que no somos malos conversadores ninguno de los dos, al menos entre nosotros. Llevamos ya años de amistad y conocimiento y el afecto es permanente, en la presencia y en la ausencia. El silencio del que hablo no es el de la soledad, sino el de la compañía. De eso, los dos lo sabemos, nunca está el ser humano sobrado. Afortunadamente la vida nos ha tratado bien a los dos en ese aspecto. Recibe un fuerte abrazo.
Querido Emilio, nada que objetar a cuanto dices en tu respuesta a mi comentario. A los dos nos gusta hablar, aunque sea sin palabras. Así lo hacemos muchas veces y la comunicación es fluida,inmejorable, aunque cueste creerlo.
Quiero acvlarar que cuando en mi comentario me refería a ese silencio que "puede hacer daño como el escozor de un latigazo" estaba pensando en esa situación que produce tanto vacío cuando esperamos una palabra de ánimo o de reconocimiento, de advertencia o desaprobación, por parte de alguien a quien quieres y no está cerca cuando debería estar. A esos silencios me refería. Por suerte, no son frecuentes, pero cuando nos llega su eco viene con envoltorios de dolor.
Por favor, sigue manifestándote, sigue transmitiendo pensamientos y diciendo algo, aunque sea desde ese silencio que tu tan bien sabes entender.
Un abrazo fuerte.
Alex
Querido Alex...estar cerca cuando se debería de estar...en un mundo dominado por la necesidad no siempre es posible. Cuando la ausencia es debida al corazón, duele. Cuando es debida al cuerpo y a la mente, no es nada. Yo se a que te referías...claro que lo se. Pero esta vida no es como deseamos...sino como es. Que se lo digan a los habitantes de la Costa Noreste de Japón, a los millones de personas masacradas en campos de concentración, a los miles de cuerpos y almas desamparados y sin refugio en nuestras propias ciudades. Hay una soledad más díficil de soportar que la de una desilusión: la soledad de una cama de hospital, de una herida o una mutilación en una guerra a la que te llevan otros, la soledad de la impotencia por resolver los problemas cotidianos, la soledad del que siente y piensa, como tú lo haces tantas veces, en los demás. Yo siempre quisiera ponerme en el lugar de los otros. Y lo intento, tantas veces, que el cuerpo me dice: querido iluso, tú también eres de carne y hueso, ponte en el tuyo; al menos te conservas un ratito para la comunidad y la amistad. El tiempo, esa broma inexistente según algunos, se ríe, casi siempre, de nuestros deseos y sueños. Bien lo sabes. Pero este tiempo de silencio que, como ves, es breve e inexistente contigo, nos llevaría a pensar lo que siempre pensamos: que la vida decide por nosotros...por mucho que intentemos
enfrentarnos a sus designios.
Emilio, mi comentario sobre tu escrito llega un poco tarde, pero es tanta la emoción qe he sentido al leerlo que, desde el silencio, he sentido la invitación a escribir. De ahí, eso que también defines: "El silencio es un gran compañero de la palabra escrita". Quizá sea el mejor. En silencio somos nosotros mismos; podemos llorar, reír, sentir, viajar y soñar sin que nadie perturbe nuestro sueño.
"El silencio es quietud, pero toda quietud es movimiento". Nadie puede detener el tiempo. Sin embargo, en silencio, podemos quedarnos parados a la vez que observamos como avanza la vida.
Un abrazo.
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