viernes, 3 de septiembre de 2021

EL CAMINO

Todos con sus ilusiones, con la mochila llena o medio llena, suben la cuesta de los deseos, camino del pico de Monte Imposible. Caminan, despacio o deprisa, hablando o en silencio, intentando que sus pasos dejen huella, que la nada no se apodere de su vida. Todos, más altos, más bajos, más jóvenes o más viejos, se aferran a lo que han aprendido o a lo que desconocen pero les sirve de apoyo, en una peregrinación con oraciones de antiguas creencias o sustituyendo la necesidad de ellas por la secreta ataraxia de la razón. Llevan a la espalda algunos útiles y alimentos. También algunas hojas escritas o en blanco, algunos instrumentos fotográficos que ayuden a recordar, a evitar que el tiempo borre  la memoria. Aunque nunca llegan a la cumbre, pues está demasiado alta y alejada para alcanzarla por sus propios medios. Pero intentan creer que, algún día, lo harán. Quién sabe… nadie sabe por dónde andan las almas de los muertos.  

sábado, 3 de julio de 2021

SER Y ESTAR

En realidad hay que encontrar una motivación para que la tristeza y el pesimismo no se acumulen, no nos inunden. La única motivación posible está en las pequeñas cosas, los pequeños hitos conseguidos en nuestra limitada existencia. Pocos son los que se van de este mundo felices y muchos los que se van de él con sueños por cumplir. La inteligencia es, en la parte de buscar un sentido a las cosas, una condena. La inteligencia y la razón solo pueden dar testimonio del ABSURDO desde el punto de vista del pensamiento que supone todo en lo que estamos inmersos: la vida, y solo se puede soportar si albergamos dentro de nuestra alma algún pequeño sentido de trascendencia, de que el paso por el planeta no es inútil. La Naturaleza nos supera, incluso arrasa con nuestra moral y sentimientos. No hay nada más cruel desde el punto de vista humano que la supervivencia de las especies, que la evolución natural. Por eso hablar de la vida idílica en la Naturaleza es aceptar que a la belleza la acompaña el daño continuo, la burla de nuestros esfuerzos por comprender, el olvido de lo que llamamos sentimientos. La muerte y el nacimiento, la destrucción y la creación, forman parte de un todo que sigue una línea constatable y continua, aunque nosotros no conozcamos ni podamos entender ni su origen ni su finalidad. Solo intentar comprender esto tan esencial nos llevaría a la locura. Mientras, nuestra única posibilidad es encontrar, en medio de este orden implacable, un resquicio que nos permita afrontar el trayecto, nuestro transcurso, y no entregarnos sin remedio a la disolución y la muerte. Un resquicio en busca de luz sabiendo que la esa luz no se encenderá y solo, de vez en cuando, encontraremos pequeños atisbos que nos permitan continuar, estar vivos. Triste y limitado consuelo para nuestro ser.

miércoles, 29 de julio de 2020

NUESTRO PEQUEÑO MUNDO

Es como si por primera vez todos empezáramos a tener conciencia de la inmensidad de lo general y de la escasa importancia de lo particular en medio de la vida cotidiana del planeta. Tantos millones de personas, de países, naciones, culturas, tanta diversidad y multiplicidad y tantas esferas y expresiones personales, son el resultado de la constatación de nuestra pequeñez y de la falta de transcendencia universal de nuestros mundos particulares. Si ya la Tierra es un pequeño punto azul en el Universo, y nuestra historia una infinitesimal parte del Gran Misterio, lo que hacemos cada uno, lo que creamos, lo que decimos o sentimos es, simplemente, nuestra pequeña aportación perdida en el infinito y solo tiene el valor del reconocimiento propio para conformar nuestro mundo personal. Es necesario comprender y asumir esto para no sentir que nuestra escritura, nuestros textos, nuestras reflexiones son importantes o pueden llegar a serlo. Hay un grado cada vez mayor de conciencia de la generalidad y hay una apabullante explosión, debido a internet, de apariciones personales, buenas para la cultura y el progreso, buenas para la ampliación de la comunicación colectiva y la ósmosis de las culturas y el conocimiento... pero que, a nivel particular, solo sirven para enlazar las pequeñas cosas de los habitantes de este espacio y tiempo ( efímero, además, como todo en la Historia ) y de los habitantes de cada geografía. Vida y muerte continua, sucesión de tiempos individuales y colectivos, fragilidad de la permanencia, aparición y almacenamiento continuo de blogs, libros, comunicaciones en la red... todo conformando un maregmagnum imposible de conocer y determinar. Todo es un inmenso baúl con compartimentos cada vez más difundidos y, a la vez, cada vez más estancos e inútiles para la trascendencia. El ahora del hoy es un inmenso instante, casi infinito, lleno de inputs, referencias, imposible de abarcar en su totalidad, es más, ni siquiera en una sustantiva parcialidad. Por eso el mundo del arte y la escritura ha cambiado y se ha convertido en un desierto lleno de cosas, un paisaje que solo sirve al propio creador, que hará mejor en intentar que su quehacer no busque ir más allá de un diario y una referencia propia y personal sin intentar llegar a los otros ( ¿qué otros?) influir o ser reconocido. El amargo corolario de esta reflexión nos acerca cada vez más a las hormigas. Pero es la realidad del análisis y la mirada a la vida actual. Por ello la inteligencia debe hacernos, no cambiar o abandonar nuestros intentos, pero sí darles el valor que pueden tener: el de señas personales de identidad y el de memoria de vida.

jueves, 6 de septiembre de 2018

ESCRIBIR Y OTROS OFICIOS DE LA AVENTURA HUMANA.



                 Un libro necesita contenido, utilidad y que no te defraude en la distancia. Arrojar por la borda el algoritmo para que la claridad  ilumine la estancia de la mente y señale caminos a la interpretación, no a la confusión. Autores en busca de la fama, arañas prendidas de su ego como hilo de seda que les ata a la necesidad de reconocimiento. El vacío y la otredad como referente, sin dar a esa otredad lo único que salva: construir las vigas para apoyar la vida. La salvación solo puede darla  la propia conciencia y la afirmación anónima y secreta del ser.  No hay más equipaje para el escritor que el que pueda guardar en su interior. La búsqueda de galardones y las firmas de los lectores son un chiste de ridícula superioridad que nos desgaja de la humanidad. ¿Firmar el qué? ¿Firmar el trabajo, la puesta en marcha de una mirada? ¿Firmar el usufructo de la propiedad de unas líneas escritas? ¿No está el nombre de modo suficiente en el libro? Esas exhibiciones periódicas en las que, encerrados en una caseta, nos sometemos a la observación y el escrutinio del paseante y convertimos el alma en mercancía, esas presentaciones en las que el editor y el autor esperan con ansiedad que el auditorio se llene de amigos expectantes o curiosos y posibles compradores. Yo siempre entenderé al editor y pocas veces a algunos de esos autores. El editor genera y asume el riesgo de la edición. Necesita el producto. Va más allá – tiene que ir, le va la vida en ello – de ese estúpido ego mendicante de algunos escritores, curiosamente nunca los mejores. Pero el autor busca otra cosa. La mayoría intentan que la vanidad les envuelva, ese momento en el que son el centro del universo y la admiración toca su nombre. Al lado, en minoría, algunos solo buscan la estética profunda del libro, con sus hojas y cubiertas, su concreción. Eso es lo que queda para los días de lluvia y espera, para el otoño y el invierno, para saber que estamos vivos. Mientras, en las páginas de la aventura humana, la escritura es diversa. Hecha con letra, pero aún más con argamasa, madera y piedra. Aún más con el esfuerzo de los que nada firman.

sábado, 28 de julio de 2018

COMO LA IMAGINACIÓN Y LA MEMORIA CONFORMAN LA CULTURA.


                  La gran fortuna de poder imaginar es que convertimos la irrealidad en realidad. Todo lo que imaginamos permanece mezclado con lo que pasó, aunque no haya ocurrido exactamente como lo recordamos o se cuenta, e incluso no haya sucedido jamás. Siempre he creído que los personajes de todas las novelas y relatos son tan reales como sus autores. El camino de descubrimiento de las sensaciones que discurre entre la mente y el corazón tiene siempre destinatario, aunque no lo conozcamos o esté oculto en el misterio de un universo que fue de papel y ahora es de ondas electromagnéticas. Ambos conforman memoria. Y la memoria, la propia y la ajena, acumula el transcurso de todas las historias desde el comienzo de la Humanidad, desde los albores de la cultura. Esa cultura que nos hace evolucionar de modo más libre y permite que cada acción nazca sobre tierra labrada y cultivada, no sobre una superficie yerma sobre la que nada se recoge. Cultura que va uniendo eslabones más allá de los individuos concretos que la enriquecen y que empuja en su desarrollo a todas las sociedades. Cultura y memoria que permiten que la añoranza y la nostalgia sean un motor de vida y no permanezcan inservibles en un baúl cerrado en medio de la disolución y la oscuridad.

sábado, 13 de enero de 2018

DIARIO DE NAVEGACIÓN



Tiempo de tormenta. El viento hace bambolear los mástiles en que se asientan las velas de este barco cada vez más saboteado. La madera cruje y, realmente, esta vez no sabemos si el barco verdaderamente puede zozobrar. Se inclina de costado, se hunde la proa, se levanta la popa… y viceversa mientras yo no se si echarme a nadar o quedarme sujeto a las cuerdas que he agarrado desde el hueco por el que se accede a cubierta. Son sogas en un estado lamentable, pero me hacen avio, me sujetan. No quiero salir - una vez más - de mi camarote, a pesar de que hay voces me insisten en que me mueva y salga. Me convierto en invisible, me escondo, hago como si no oyera… y el caso es que el barco se hunde y resurge a cada minuto como si fuera a incrustarse en las simas oceánicas y, en el último momento, un soplo, surgido de no se sabe que dios menor, lo elevara sobre las olas y yo sigo aquí, sin saber si subir o bajar, permanecer inmóvil o hacer un supremo esfuerzo y trasladarme a la superficie para así, al menos, ver el aire oscuro de la tarde y tratar de encontrar un espacio de esperanza entre las nubes.


ARCHIVO


Guarda ese pequeño lugar

en tu corazón

donde limar el absurdo

de los sucesos.

Presérvalo de la mirada del cerebro

para el azar caliente de los sueños.

Deja su espacio

como la habitación propia

en que se guarda

el diario íntimo de los deseos.

No abras su puerta a extraños.

Allí duerme un niño

que crece y se descrece.

Allí están los juguetes desbaratados

y las hojas amarilleadas

de una primera redacción.

Allí, en la consola

imaginaria de tu mente,

el archivo,

lleno de apuntes,

sobre lo imprevisible.

El cheque pagado por vivir.

El recibo por habitar la Tierra.


Guarda, guarda ese pequeño lugar

en tu corazón,

y no digas nunca

que esta amueblado

con el paso de la incertidumbre.

Ni que esconde la ceniza,

resto de la hoguera

de los sentimientos.


No les digas, tampoco,

a los contadores de lo útil,

que los cachivaches

tienen historia,

que los retratos están vivos,

que los huecos

tienen rastros de alma,

que tu casa

es de arcilla y terciopelo

y con llaves de aire

cierras sus secretos.